Empecemos por decir que no me considero del montón, por muchas razones. Ni siquiera cuando mi autoestima ha tenido sus momentos más bajos.
Creo que soy guapetona, pero me gusta pensar que tengo virtudes superiores a "la insoportable levedad del físico".
Pero tampoco se trata de hacer un inventario de todas ellas. Sería pedante y sobre todo poco realista, porque lo que unos ven como virtud, otros pueden considerarlo como defecto o incluso hasta algo insoportable del todo. Así que os ahorro el mal rato.
A estás alturas, cuando uno va cumpliendo años quiera o no quiera, se da cuenta de lo que de verdad importa, aunque esto varía mucho de unas personas a otras.
Hacerme mayor, no tengo nada claro que me haya hecho más sabia pero desde luego me ha dado una perspectiva de la que antes carecía y que me permite ver las cosas sino mas claras, de un modo más sosegado.
Las amistades, las que no se han quedado conmigo con el paso del tiempo, eso lo veo cristalino, diáfano, límpido y hasta puro. Vamos, que ellas/os se lo pierden, más ellas que ellos...
A mí me han llegado a dar desplantes del tipo "No salgo contigo porque entonces a mí no me miran". Imaginaos qué tipo de persona puede decir eso. Y es que ni se plantean si su actitud es correcta o no. Por supuesto, huelga decir que no te estiman en lo más mínimo.
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| De mi amigo el fotógrafo pitiuso, Carlos Ribas |
¿Creéis que "manifestaciones" , como ésta, (por no llamarlas como merecen),me han hecho feliz? evidentemente no, pero tampoco voy a ir en contra de mi naturaleza y hacerme la tonta, sosa o inculta para que los demás destaquen. Pero eso... lo veo AHORA. De jovencita sufrí mucho por estas cosas, congojas y desconsuelos que no sirven para nada, pero que nadie puede evitar, porque cada edad tiene una fase y en cada una te toca lo que te toca.
Pero ¿Y al final que?. Una vez más el tópico es cierto, porque lo he comprobado una y otra vez. Podéis decirme y acepto, como siempre, lo que sea, pero es verdad!! "La suerte de la fea, la guapa la desea", en fin...
La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla.
Hermann Hesse
