OH LÀ LÀ...

Delante de Notre Dame

París es muy frío en invierno, tanto que cuesta encontrar un termómetro en la ciudad, seguramente para no acobardar a los transeúntes que tapados
hasta la nariz (importante si se tiene una buena “aldaba” como se llama por aquí al apéndice nasal) tratan de no romperse los huesos caminando despacio, pisando con cuidado la sal echada por todas las calles, a primera hora de la mañana.

El año que pasé allí, curiosamente nevó. París es  bella, pero cubierta por ese  manto níveo que todo ensordece y limpia, te deja sin palabras.

Pont des Arts

Lo que más disfrutaba sin lugar a dudas, eran mis paseos. Siempre me ha gustado caminar pero en un marco así,  me sentía protagonista de una película, de un clásico de los de antes. 
Pasear a orillas del Sena, por muy visto que esté, es una de las caminatas más maravillosas del mundo. Pasar por el mayor número de puentes : El  de la Concordia, Pont de l'Alma  (conocido últimamente por alojar el monumento a Lady Diana), Pont Neuf…¡son tantos y tan bonitos!. Mi favorito, el de las Artes o el Pont des Arts -pasarela peatonal que une el Louvre y la Escuela de Bellas Artes y que fue refugio de artistas durante muchos años.

París es una ciudad especial, no sólo por el increíble trazado de sus calles, la belleza de sus edificios, sus museos -que más de una vez nos acogieron frente al frío dominante en el exterior-, sino por el ambiente reinante, chic en algunos sitios, bohemio en otros.
Por mucho que me explayara no acabaría nunca de enumerar las maravillas de la “ciudad de la luz” sobre todo porque allí fui feliz . Siempre hay que volver a los lugares donde uno fue dichoso. La “Cyté Universitaire”, sus fiestas continuas mezcladas con el serio ambiente de los "Masters, post grados" y eternos becados que escribían la enésima tesis doctoral. 

Y vosotros ¿todavía no la conocéis?

Arco del triunfo

Quizás ahora es el momento, si podéis, viajad a la ciudad de los grandes artistas, del amor, la cultura y la buena vida. La cuna de la moda, de la gastronomía, del "je ne sais quoi"...y entenderéis por fin el significado de aquella frase en “Casablanca”- Siempre nos quedará París-

¡MALA SOMBRA!

Eso de que la suerte no existe no es verdad y me pongo enferma cada vez que lo oigo. (También podría decir que “me entra un chungo” que sería mucho más concreto y apropiado para el momento, pero tengo comprobado que el lenguaje cheli, popular o de la calle, por escrito queda fatal...

Lo gracioso del caso es que tampoco se puede decir que la tenga mala, la tengo…caprichosa. Seguro que muchísima gente diría que soy afortunada, pero eso depende de con quién te compares claro y en estos tiempos, el ejercicio merece la pena.

Antes me daba por apuntarme a cualquier concurso de “Super” y me tocaron unos cuantos regalos. A la mayoría de ellos  no les encuentro  el uso apropiado, y la verdad  no me gusta acumular a lo tonto. Mi tía Celes sí que hubiera disfrutado, hubiera alucinado con tanto regalito, ella que en las fiestas de Ondárroa  siempre, cada año, me llevaba al “Barquito americano” “¿En qué puerto parará el barquito americano? ¡Hagan sus apuestas señores!. Y la tómbola por supuesto, ella me daba el dinero para comprar los billetes, lo cual me hacía una ilusión que ahora no consigo con un vestido de Versace…

En su momento el concurso de la tele por excelencia, en el que se podía ganar más dinero fue “El precio justo”. Escribí, me convocaron a la primera, y poco después el gran Joaquín Prat me llamaba “Aaa juuugaaaarrr”, ya ves tú... yo que sólo había ido para ver el programa, hacer contactos... lo habitual. No pensaba poder jugar y mucho menos ganar un premio. Y es que ya sólo participar  no era nada fácil de conseguir, ya que por lo que me pude enterar, había gente del mismo Madrid que se presentaba todas las semanas de grabación y no les escogían. 
¿Que qué me llevé? pues por lo anteriormente dicho... deduciréis que el premio gordo no, pero si un “pellizquito”.

A la lotería juego, porque ya se sabe si no juegas seguro que no toca, así que un par de eurillos a la semana se me van en algún  juego de azar… y ¿a qué venía todo esto? Aaah… lo de que me han quitado los anuncios del blog y me han contestado a mi recurso rápida y eficazmente que no…


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COMPRA AQUÍ Y COMPRA ALLÁ

Hace poco que han acabado las Rebajas, o eso creo. Nunca sigo ni los dictados de la moda ni sus tiempos. Compro cuando necesito algo, por placer…muy pocas veces porque en realidad

 ¡ODIO IR DE COMPRAS!

Serán reminiscencias de un pasado ya lejano en el que fui modelo, y no sólo de las glamurosas, de pasarela, fotos, publicidad…etc, también trabajé con muestrarios que dicho así y para quien no sepa de qué va la cuestión le sonará a chino. El asunto era acompañar a un representante de moda  en los viajes que tuviera planificados e ir probándose todas las prendas que fueran requeridas por el comprador. Para mí…un auténtica tortura. Creo que desde aquellas pruebas “a granel” se me quitaron las ganas para siempre de ir, de comprar,  y mucho menos de probarme nada.  

 Así me pasa lo que me pasa. Entro en una    tienda de ropa y ya desde la puerta veo que he llegado en el 
momento
equivocado. Si es verano ya están empezando la temporada de otoño, y si hace frío 

siempre encuentro la mejor selección de lencería fresquita pero… “¿y entonces ya no quedan biquinis?” le pregunto a la dependienta (en pleno agosto) que me mira con cara de conmiseración humana... "¡pero qué pretendéis! ¿que me compre el bañador en Enero? " 

"Desfile de Jesús del Pozo. Hotel Carlton de Bilbao."

Cuando empieza a darme la explicación ya sabida, le digo sí sí… culpa mía, lo siento. Es que tengo la costumbre de comprar las cosas sólo cuando las necesito…

Se supone que a las mujeres ir de compras nos gusta, nos fascina y hasta nos     relaja…¡cómo me molestan las     etiquetas!. Pues a mí me pasa lo contrario, sobre todo si voy de acompañante, las compras me aburren, me estresan, me dan dolor de cabeza y un humor de perros, así que si me veis con unas cuantas bolsas en la “milla de oro”, no os paréis, no miréis atrás ni siquiera me saludéis si en algo respetáis vuestra vida.

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