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lunes, 19 de mayo de 2014

BRONCEARSE

Ni con todo el cuidado del mundo consigo evitar algunas rojeces...
Condición indispensable para que unas vacaciones en la playa se consideren como tales.
Personalmente, me bronceo sólo  una vez al año. Es un proceso largo y a veces un poco doloroso si no tengo todos los cuidados posibles, ya que mi piel no es sólo blanca sino muy sensible y complicada por lo que debo tomar exhaustivas precauciones, cosa que no es en absoluto divertido, pero tengo claro que lo es mucho menos comprar un billete directo hacia una cáncer de piel. 
Como se puede apreciar  en la foto, la cara incluso se me hincha, a pesar de llevar enormes gafas de sol en todo momento, los ojos me pican y enrojecen, y pasa bastante tiempo hasta que vuelvo a mi estado normal.

Estoy cansada de ver a los típicos turistas quemados hasta extremos demenciales y que aún así continúan expuestos al sol.
Me duele sólo de ver esas pieles al rojo vivo que contra todo consejo o sentido común, siguen a pesar de todo tumbados en las hamacas a pleno sol. ¿Es que acaso no les duele?. No lo entiendo, las pocas veces que de jovencita me he descuidado, recuerdo que el dolor era casi insoportable por no mencionar las noches sin dormir en las que la piel se pegaba a las sábanas... no quiero ni pensarlo. Quizás sus pieles son más duras que la mía y no son tan sensibles, pero así y todo el peligro que se corre, el riesgo es el mismo.

Pensaba que estar moreno todo el año había pasado de moda, que la gente se había concienciado de que es antinatural y sobre todo muy peligroso. 
Alguna pega al bronceado de Josh-Holloway?
Particularmente un color dorado me parece mucho más elegante y favorecedor que ese negro tizón que algunos se empeñan y no paran hasta conseguirlo
Si nos fijamos, nunca veremos pieles "achicharradas" en en la famosa alfombra roja o pasarelas de moda , y si por descuido aparece algún "piel roja" ya se ocuparán de "despellejarlo" después en las noticias.
Vayamos pues en concordancia con las estaciones del año, no forcemos la máquina, no vaya a ser que  nos demos cuenta del error demasiado tarde. ¿No habéis oído hablar de los "melanomas"?








sábado, 3 de mayo de 2014

HACER LAS MALETAS

Debería ser algo que se haga con alegría, con ganas al
Así la tengo durante unos días...
menos, pero yo reconozco que por mucho que me guste viajar no puedo evitarlo, me agobia
 y soy la persona más despistada del mundo. Qué le vamos a hacer...
Intento paliarlo a mi manera, confeccionando listas de esto y lo otro, según me dicen de manera compulsiva a veces, aunque yo no creo que sea patológico. Siempre me dicen, me dicen... que  soy una maniática, que no es para tanto... pero yo sé cómo funciona mi cabecita y estoy convencida de que en algún sitio de mi cerebro algo falta o sobra, porque no hay manera de evitar que me olvide lo que seguro me va a hacer más falta.

¡Qué felicidad! cuando me la hacía mi amatxu, de muy peque claro, porque tengo que decir que he tenido la inmensa suerte de viajar bastante con mi familia, como en esta foto en la que nos vistieron de gitanillas a mi hermana y a mí. Creo que fuimos a Málaga y desde luego no dejamos de hacer nada que no hiciera un turista que se precie.

Me ponen verde porque dejo la maleta prácticamente preparada unos 3 ó 4 días antes. Pero es que esa es mi manera de ir añadiendo o quitando cosas según voy viendo su necesidad, y no dejo que nadie me agobie en este sentido.
bloghotelius.com
Qué maravilla cuando veo esas películas, normalmente británicas y de época, en las que "el servicio" hace y deshace el equipaje de "los señores viajeros". En cambio, cuando veo lo que la gente acarrea como mulos en aeropuertos y estaciones de tren, me entran temblores. Me recuerdan mis muchas trashumancias, como la de París, que primero había que ir a Hendaya  a coger el tren "directo" a la ciudad de la luz. Es increíble que todavía no dispongamos de un tren directo y  desde Madrid sí...

¿Todo listo?
En fin, que esta es una manera de despedirme de vosotros por unos días, con mi maleta casi casi ya cerrada del todo porque no lo hago hasta el final... es mi forma de quitarme la ansiedad de pensar si volveré en unos días... o no.








domingo, 27 de abril de 2014

DOMINICANA: TERCERA Y ÚLTIMA PARTE

viajard.com
Los dominicanos tienen que luchar duro si quieren vivir con las mínimas comodidades. La mayoría de las casas que se ven al borde mismo de las carreteras, no tienen agua y los postes del cableado eléctrico parecen auténticas enredaderas de la cantidad de "pinchazos" que soportan. No hay otra forma de conseguir electricidad como no sea con enormes baterías que utilizan para ver la televisión, por ejemplo. Eso sí, el aparato de música para poder escuchar y bailar "merengue"nunca falta en ningún sitio.

 Uno puede elegir entre perderse entre la gente amable y acogedora de las pequeñas poblaciones, tomar un taxi, (con lo que además se obtiene un improvisado guía turístico, a menudo más eficaz que los profesionales), o dejarse guiar por variopintas excursiones programadas por expertos “tour operadores”, que desde luego resultan muchísimo mas caras. Lo mejor sin duda, y sobre todo en una primera visita (que seguramente no será la última) es una mezcla de todas las posibilidades.

“Este es un país libre y aquí cada uno hace lo que se le apetese“ dice Ramón que se gana la vida como guía turístico para varios hoteles. “En la época de la dictadura le metían a uno en la cárcel por nada, ahora ya no tenemos miedo y vivimos con la confianza de que Dios proveerá
 Ramón es un exponente de la que podríamos llamar clase media dominicana. Trabaja lo suficiente para vivir pero no mas de lo necesario. Se puede decir que es afortunado ya que incluso posee un pequeño terreno que lo subarrienda a un agricultor.

bocachicaweb.com
Lo cierto es que se conforma con bastante poco para la mentalidad capitalista europea, y sobre todo uno no sabe nunca hasta qué punto está hablando en serio o contando un “cuento” de los muchos que se cuentan con ese humor contagioso que domina la vida cotidiana: “Antes, el uso de las luces en los vehículos era obligatorio, ahora es opcional”, me dice mientras esquivamos coches y pequeñas “motoconcho” o taxis a dos ruedas, que adelantan por la izquierda y  por la derecha, y que se paran sin previo aviso en la cuneta para darse un respiro o para hablar con el amigo que se encontraron en el  cruce anterior

En este país es fácil pasar de la sonrisa a la indignación sobre todo si se es una mujer. El ya conocido sabor agridulce me acomete de nuevo. Siempre me sucede lo mismo cuando vuelve a aparecer ante mí el machismo tremendo que impera y que se respira en todas partes: “Me he separado hace poco tiempo. Mi mujer no puede darme hijos y ya ha tenido varias operaciones” dice Ramón mientras me sigue mostrando las maravillas del paisaje que nos rodea.



Pienso en la ligereza con que desechan a la hembra que no puede procrear y pienso en como se sentirá la mujer de Ramón, si sencillamente se resigna. En la República Dominicana una mujer no es nadie si no está casada y lo mas importante: tiene hijos. Es así, y no hay quien lo cambie porque al parecer las mismas mujeres están de acuerdo.

 La destartalada “guagua” que conduce Ramón avanza (¡Gracias a Dios!) lentamente por una zona en la que la naturaleza ha invadido por completo la carretera, que no es demasiado civilizada, por cierto. La frondosidad de la vegetación sigue siendo espléndida a pesar de que la agricultura indiscriminada ha destruido gran parte de los bosques.
susurradoresdeballenas.com
En las zona altas el arbolado se sigue conservando pero en estos momentos tan sólo cubre un 10% del país. La República Dominicana sigue siendo la más rica de las Antillas en lo que a plantas se refiere. Un 36% de unas aproximadamente 5 .600 especies diferentes de plantas son propias únicamente de la República, pero tristemente unas 125 especies se encuentran en vía de extinción, incluyendo numerosas clases de orquídeas.



Así, la población dominicana deja su país a la menor oportunidad. Los que emigran a otros países no son bien vistos por los que se quedan.

 Ramón me sigue contando: “La mayoría de las dominicanas que salen de su país terminan en la prostitución si es que no empiezan directamente por ese camino. Los varones suelen introducirse en mafias o tráfico de drogas. Mire, yo me quedo aquí que vivo bien, nunca hace frío y no me falta de comer”. Este es un pensamiento bastante extendido si se tiene en cuenta que las únicas gentes a las que han visto enriquecerse sin necesidad de matarse a trabajar, lo han hecho con el tráfico de drogas, principalmente.

 Los compatriotas que han emigrado no lo hacen mucho mejor, si es que no terminan asesinados en un rincón como sucedió en el tristemente conocido caso de Lucrecia, a la que todavía hoy, todo el mundo recuerda.

Cualquier tipo de droga está mal visto en “La dominicana”. Por supuesto que existe el problema, pero no de forma latente y debido principalmente a influencias de Los Estados Unidos. La mayoría de la población ni siquiera fuma y su deporte favorito, y en el que invierten varias horas diariamente, es el “merengue”.
A pesar de su proximidad con Haití, país con el que se han visto obligados a compartir la isla desde tiempos inmemoriales y después de sufrir interminables ocupaciones e invasiones, no es mucha la influencia de aquél país y sí muchas las diferencias entre ellos. Sus relaciones nunca fueron demasiado buenas y empeoraron en 1991 después de que se produjeran numerosas deportaciones de inmigrantes ilegales haitianos.

Los habitantes de Haití son predominantemente de raza negra, tienen como raíces culturales a Francia y África, y sobre todo, viven en un entorno pobre y superpoblado. En contraste la población dominicana es predominantemente mulata o blanca, posee cultura hispana y pertenece a un país que sufre  un importante deterioro del medio ambiente, pero que posee así mismo áreas de gran riqueza.

Nadie en la república ha olvidado los casi 31 años de dictadura sufridos desde 1930  con el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, que hasta su asesinato en 1961 sometió al pueblo dominicano a la mas profunda represión y terror. La tremenda angustia con que se  vivió  durante aquellos años es recordada a cada momento con anécdotas de la vida cotidiana que con sólo imaginarlas le ponen a uno los pelos de punta.
En estos momentos los dominicanos miran con optimismo al futuro. Siguen confiando en la benevolencia del “de allá arriba”, basan su vida en una religiosidad que aunque no posee raíces demasiado profundas les llena de buena voluntad.

Es difícil que pierdan la sonrisa, el gusto por las cosas buenas y sencillas de la vida. Por algo el visitante queda “enganchado” a este país y sus contrastes, a su ritmo tranquilo, su filosofía vital y al movimiento frenético del “Merengue”, la música nacional por excelencia, que además de conseguir que las cinturas se agiten, cuenta en cada canción una historia distinta, historias que definen la pasión de sus gentes.






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