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sábado, 26 de mayo de 2012

EL MONSTRUO DE LOS OJOS VERDES



Estaba yo ordenando fotos antiguas e intentando mejorar su calidad (os pido disculpas si la mayoría no están a la altura), cuando al observar imágenes tanto de mis padres como mías, me di cuenta de lo tonta que había sido y lo que me he dejado influenciar por la envidia ajena, porque este sí que es el deporte nacional.

Apuntando maneras...
Desde muy pequeña tuve que sufrir en el colegio comentarios del tipo “jirafa”, “piernas de palillo”… y algunas otras que ni siquiera me apetece repetir. Sí, ya sabemos que los niños son crueles, pero cuando crecemos la cosa no mejora. Y es que  he tenido una colección innumerable de complejos físicos, internamente siempre he sabido quién soy a pesar de que me lo han puesto muy difícil.

Cuando uno se hace mayor se aprende a relativizar, a mirar las cosas de otra manera y a tener perspectiva, aunque tristemente ésta sólo te la dan los años y/o la distancia.

Desfile de mi querido e inolvidable  Jesús del Pozo. 
Me he dado cuenta de que aquellas niñas que me hacían la vida imposible, o eran regordetas, bajitas o con piernas de futbolista por decir algo. Yo, siempre he sido muy ingenua y rezaba todas las noches para que mis piernas perdieran unos cuantos centímetros, pudiera parecerme más a ellas y me dejaran en paz.

Lo creáis o no, estuve acomplejada muchísimo tiempo. Hay que decir que a los trece años ya medía mi 1’75, y tenía que ponerme siempre al final del todo en las fotos para no tapar a nadie. Pero un buen día alguien se fijó en mí y me introdujo en el mundo de la moda. Inexplicablemente, todos aquellos complejos se habían transformado en virtudes encima de una pasarela. Por aquél entonces ya estaba en la Universi
Compañeros de "modelaje". Yo en medio.
dad y además trabajaba unas horas en la radio, con lo que se me hizo imposible seguir aquél camino, amén de que no tenía ni por asomo las medidas que se requieren para una carrera profesional en ese campo. Pero yo tan contenta, fue una experiencia corta pero inolvidable, aunque para variar no guardo demasiadas fotos ni vídeos que los había preciosos, como el de la Semana Internacional de la Moda, que tanto me gustaría recuperar.

Ella, la auténtica modelo
Ahora me regodeo, miro y remiro fotos antiguas de mis padres tan guapos que parecían artistas de cine. Y sí, podéis llamarme narcisista, porque ahora veo qué guapa era aquella niñita y me gusta recordar cómo era entonces y ver las cosas de otra manera desde aquí, en esta burbujita donde intento que los sobresaltos del exterior no me afecten ni a mí ni a ninguno de vosotros.    


   





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sábado, 19 de mayo de 2012

INFANCIA


Bebita feliz

Siempre digo que tengo muy pocos recuerdos de cuando era pequeña o por lo menos no tantos como yo quisiera. Es sabido que la infancia es una época clave para todo individuo, y que el carácter depende mucho de cómo haya sido ésta.
El cariño es primordial para el correcto crecimiento del bebé, incluso según algunas investigaciones, se han dado casos en que bebés abandonados o faltos de toda clase de afecto han llegado a morir sin haber podido detectar ninguna “otra” enfermedad.


Desde luego ese no es mi caso. Éramos familia numerosa,  cuatro hermanos y sus consiguientes líos y trifulcas. Yo menos, porque estoy a algunos años de distancia. Quizá por eso haya salido más independiente ya que no podía jugar con ellos.
Escapando bajo la atenta mirada de mi madre

El caso es que tengo muy presente el incondicional cariño de mi madre en cualquier situación. Su ternura era y es mi mejor medicina.

En vez de recuerdos propiamente dichos, tengo una especie de flashes en los que me veo con 3 añitos ¡con gafas! que eran desde luego las mejores de la época, pero ni se acercan a las que se comercializan ahora. Por eso no hay fotos de entonces. Me las quitaron pronto y no tuve más problemas con la vista, pero el trauma se lo llevó mi madre al tener que afear a su bebita.
Aquí ya se me podían hacer fotos
Mis amigas de Ondarru
Recuerdos del colegio y las puñeteras monjas… el cambio tremendo de pasar al instituto… pero esa ya es la adolescencia, época complicada donde las haya.

Guardo, eso sí, recuerdos imborrables de tantos veranos pasados en Ondárroa, mis primeras amigas, la irrupción de los “chicos”, la cuadrilla... Pero lo que no puedo ni quiero olvidar, es esa sensación de seguridad, del “todo está bien”, la extrema alegría, el disfrute de las cosas más pequeñas, emociones que procuro preservar a pesar de los pesares y que vigilo con cuidadito para que me duren lo que me reste de vida.




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domingo, 13 de mayo de 2012

¿ME GUSTA EL FÚTBOL?


En estos días no se oye hablar de otra cosa que de fútbol. Estamos ante unos partidos que despiertan el interés hasta del más “tibio”. La pasión, la alegría de las victorias es altamente contagiosa sobre todo en estos tiempos que nos está tocando vivir, donde la ilusión tiene poca cabida.

Ya se que lo sabéis pero me gusta decirlo, soy de Bilbao y por tanto del Athletic. Eso se lleva en los genes. Además he tenido la suerte de ver salir la “Gabarra”, que para los pocos que no lo sepan,  es  el símbolo de nuestro equipo y lo es también del proceso de industrialización en Vizcaya, en el que estas embarcaciones transportaban hierro desde las minas hasta los cargaderos.

El Athletic es mucho más que un equipo de fútbol, es tradición. Además de la Gabarra está el “Alirón”  de cuyos orígenes hablo en este extracto de un reportaje sobre Bilbao.



Un jovencísimo "forofo" del fútbol
Sí… me emociono hablando de nuestro equipo, pero quiero hablar de esa relación amor-odio que tengo con “el deporte nacional”. Por una parte doy gracias a todos los “Hados” por permitir a mi padre ver a España ganar el mundial 2010. Creo que nunca fue tan feliz, los ojos le brillaban de manera especial. Pero por la otra, no me olvido de los años en los que trabajé en Radio Euskadi en turnos casi siempre imposibles y de fin de semana, lo que muchas veces me obligaba a ir en coche. Por proximidad y porque no había otra alternativa, aparcaba cerca de San Mamés y tengo que decir que he pasado miedo cuando en un par de ocasiones me vi atrapada entre hordas de gente con las caras pintadas, gritando y sacudiendo mi pobre utilitario.
Soy consciente de que no todos los aficionados son así, pero la gente en masa me produce auténtico pavor, y tampoco me gusta la violencia verbal gratuita que se genera la mayoría de las veces y en todas las partes del mundo.

En fin que mi relación con el fútbol es casi como la de ese tipo de parejas “ni contigo ni sin ti...”


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