No pensaba
escribir sobre ti, el dolor, el sobresalto de lo inesperado nos dejó a todos
sin respiración, con nuestras rutinas detenidas en el tiempo, sin significado,
sin razón.
Esta es mi foto preferida, cuando todo era felicidad.
Al crecer, no tuvimos la relación que yo hubiera querido, quizás
porque yo fui muy rebelde, nuestras generaciones estaban demasiado lejos y nuestro
fuerte carácter, tan parecido y tan opuesto, demasiadas veces nos
colocaba en situaciones en las que nos
era difícil desenvolvernos.
No dejé de decirte lo que pensaba, no se me quedó nada en el
tintero. A veces tuve que insistir, seguramente demasiado, porque cuando veía
que habías perdido todo interés por las cosas se me revolvía algo dentro, y yo
sabía que debías hacer algo más por tu salud, por no dejar pasar la vida por
delante.
Aunque siempre fuiste de pocas palabras, dijiste lo que querías
decir, incluso lo que querías que hiciéramos cuando tú ya no estuvieras. Quédate
tranquilo, nos hemos ocupado de que todo se hiciera como tú querías.
¡Cuánto te gustaba escribir cartas!, cómo peleabas por las
cosas que considerabas importantes recurriendo una y mil veces, sin descanso,
cualquier resolución que hubiera sido
injusta. ¡Cuánto aprendí de ti!
|
Esta foto te la saqué yo. ¿Te acuerdas?. Ahí, en la terraza de casa. |
En esa última carta que nos desgarró a todos sin excepción,
no estabas seguro de que nos fuéramos a sentir orgullosos de ti, no creíste
haber sido buen padre y quizás yo tenga parte de responsabilidad en ese
sentimiento, por "haberte metido tanta caña”, por obligarte a que reaccionaras ante
determinadas cuestiones.
Hoy hace un año justo que ya no estás y he querido sacarlo fuera, que no se pudra en mi interior, porque no tengo ningún reproche que hacerte y porque quiero que descanses.
Has sido un padre cariñoso, increíblemente generoso y no sólo con tu familia, según
me he ido enterando después.
¿Porqué te callabas tantas cosas?, todos hubiéramos querido saber más de ti y que te
hubieras ido sin esa sensación que te habrá hecho sufrir de manera gratuita, porque
sólo tenías que echar un vistazo a tu alrededor para ver que has sido un privilegiado toda tu vida.
Cada día te recuerdo, te quiero y te llevo conmigo.