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sábado, 16 de febrero de 2019

LIGERA TORPEZA

Las velas de un barco, esas eran las faldas de Eloísa corriendo detrás de cualquiera que se le pusiera a tiro. Llegaba a ponerse realmente pesada amenazando con aquella caja de colores brillantes, abriendo y cerrando como si de una gran boca de reptil se tratara. Pero lo que más miedo daba era su risa histérica mientras corría, Jajajajaja, Jajajaa, reía como una loca sin parar haciendo muecas que deformaban su bonita cara. 
Por aquél entonces debíamos de tener unos trece años, y mi prima no es que hubiera madurado mucho, porque yo consideraba que estaba en la primera juventud y aquellos juegos me parecían tan triviales como absurdos. Sinceramente aquella caja me daba un poquito de respeto, con o sin mi prima, porque nunca me atreví a revelar su contenido, y mira que era bonita, tan brillante y con aquella combinación de colores lustrosos que decía “ábreme, ábreme” ... pero ni por esas, no fuera que Elo me pillara infraganti y me arreara una colleja. Además, conociéndola seguro que no había nada interesante dentro. 
TENOR

A pesar de sus defectos que yo consideraba eran demasiados, la quería mucho y me hubiera gustado que me incluyera en sus juegos, hasta en ese absurdo de la caja. Incluso llegué a hacerle una pulserita de la amistad con mis propias manos, una de esas trenzada con varios colores y de cuero, ahí es nada. Cuando se la di me miró un poco asombrada y abrió mucho sus grandes ojos azules... pero no dijo nada y nunca se la vi puesta la muy desagradecida. ¡Como para decirle que de lo que se trataba era de que me hiciera ella otra a mí! 
Pasaron los años, unos veintitantos, que no me gusta hacer determinadas cuentas porque luego todo se sabe.  
Yo seguí con mis estudios con éxito, porque la verdad me gustaba estudiar y no me suponía mucho esfuerzo. 

Aunque hace tiempo que perdí el contacto con Eloísa,me mantengo informada de los “logros” de mi prima. Casada con un tipo de buen ver y bien remunerado trabajo, se dedica a “obras de caridad”, (me pregunto si sabrá lo que quiere decir eso) y por supuesto reuniones absurdas con sus amigas, bueno eso dice, porque estoy segura de que la despellejan a sus espaldas. No he hablado mucho con ella, sólo nos hemos saludado educadamente en alguna de las reuniones familiares a las que no he podido evitar asistir ante la insistencia de mi madre en que debo socializar, aunque nada más sea con la familia. 



No tengo tiempo para tonterías, mi trabajo en el bufete de Abogados no me lo permite, y cuando puedo relajarme un poco prefiero mi propia compañía, un buen libro y a veces una copa de “Pinot Noir”, pero tengo que reconocer que en determinadas ocasiones echo de menos la compañía de un hombre, pero muy puntualmente, sobre todo en la oscuridad de la noche, porque si pienso en la convivencia no estoy dispuesta a tragar determinadas cosas.
DecoVista
En el apartado de amistades, salvo los compañeros del trabajo que casi todos son hombres, la verdad es que no tengo muchas.

Me acuerdo a menudo de Eloísa y en el fondo, aunque siempre me ha parecido un poco “ligera de cascos” porque se pasaba la vida “regalándose” a los guaperas del momento, vete tú a saber si sigue haciéndolo también después de su matrimonio.  Eloísa... no sé por qué me acuerdo tanto últimamente de ella, quizá será porque los recuerdos más divertidos que me vienen a la mente, están casi siempre relacionados con ella. 
Tengo no sé cuántas llamadas perdidas de mi madre, lo cual es bastante habitual, pero hoy se está pasando tendré que llamarla no sea que le pase algo... 
La conversación ha sido tan corta como dolorosa, mi prima ha tenido lo que parece ser un “accidente” con las pastillas que tomaba, quién lo iba a decir, ¡no tenía ni idea!, estoy desolada... Además, parece que ha dejado algo para mí así que no me puedo escaquear y tendré que ir por lo menos a presentar mis condolencias. 

Cuando llegué a la casa, reinaba un ominoso silencio. Me acerqué a las pocas personas que se encontraban en el salón y que aturdidas se movían sin saber muy bien si sentarse o seguir deambulando como zombis.  El marido de mi prima me hizo un gesto con la cabeza señalando   algo que estaba encima de una mesita.  -lleva tu nombre, dijo. Me acerqué lentamente sin poder creer lo que estaba viendo. Era la famosa caja cuyos colores casi habían desparecido. La abrí despacio tomándome mi tiempo, con manos temblorosas y allí estaba mi pulsera de la amistad, con signos evidentes de haberle dado gran uso. Me alejé de prisa, confundida entre sonrisas y llanto. 




2 comentarios:

  1. A veces creemos saber algo, lo damos por cierto o supuesto, cuando en realidad no tenemos ni idea, Si acertamos, es por casualidad, tras una larga investigación o por confesión espontánea y sincera del artífice :-)

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  2. Gracias Marce, espero que te hayas entretenido que es mi único afán... uy cuanto hace que no utilizaba esa expresión jajaj
    Muxus

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